Para algunas personas la toma de decisiones no supone ningún problema pero para otras muchas es causa de estrés e inseguridad llegando a tener un gran impacto personal y profesional. Decidir es un proceso natural y consustancial a la naturaleza humana y debe asumirse como algo inherente a nuestra conducta dentro y fuera de la empresa.
La toma de decisiones a veces requiere de determinación y rapidez y otras, necesita cautela y tiempo. Existen factores en nuestro ambiente que a veces nos “empujan” a decidir o también aplicamos, sin estar muy conscientes de ello, patrones de decisión que no son muy efectivos. Por ello, es importante conocer cuál es nuestro estilo de toma de decisiones y aplicar ciertas técnicas y metodologías cercanas a la psicología que nos ayuden en este proceso, especialmente cuando se trata de una decisión difícil.
A principios del siglo XX Sigmund Freud ya apuntó lo siguiente:
“Cuando tengo que tomar una decisión poco importante, siempre he creído mejor considerar todos los pros y los contras. En decisiones vitales, sin embargo, la decisión debería provenir del inconsciente, de dentro de nosotros”.
Es decir, cuando las opciones son múltiples y complejas, entra en juego la mente inconsciente y debemos saber los procesos que se dan para elegir la mejor opción dentro de todas las posibles. Se trata, sin duda, de un proceso complejo que puede ser aprendido aplicando ciertas técnicas. Para ello existen talleres y workshops en los que, de un modo interactivo, se trata el proceso sobre la toma de decisiones desde una perspectiva relacionada con la psicología y el proceso mental. A través de dinámicas de grupos y aplicando técnicas como la percepción, el procesado mental de la información y el uso de la decisión intuitiva cualquier persona puede simplificar su propio proceso de toma de decisiones.